Olea europaea L.
Oleaceae475 arrobas de aceite, casi unos 5.500 litros repartidos en los 5 barcos, cargó Magallanes para su travesía desde Sanlúcar de Barrameda a los confines del mundo. Junto con el pan -el trigo- y el vino, el aceite de oliva era, según la documentación del Archivo de Indias, lo principal que ha menester la Armada.
Resulta interesante comprobar la vigencia, todavía en el siglo XVI, de lo necesaria que era para la alimentación la tríada mediterránea. No obstante, el olivo llevaba ya siglos produciendo aceitunas y aceite en la Península Ibérica. Introducido en España por fenicios y griegos, en época de los antiguos romanos esta región del sur de Europa fue una de las más importantes productoras de aceite de oliva del imperio. La abultada masa de mercancías exportada -el vertedero de Roma del Monte Testaccio contiene unos cuarenta millones de ánforas hispanas encargadas de transportar productos ibéricos como el aceite- enriqueció a clanes familiares enteros de la aristocracia hispana. Los árabes de la Edad Media recuperaron para España, tras la caída de Roma, esa condición de principal exportadora de aceite que tuvo en la Antigüedad: se cuenta así que Al-Andalus fue entonces el primer productor de aceite de oliva del mundo. Finalmente, tras la llegada de los europeos a América, los españoles intentaron en todo momento introducir el olivo en el continente, y desde los muelles de Sanlúcar salieron los primeros plantones de olivo que fracasaron en el Caribe, pero que fructificaron en México y en el Perú, ya avanzado el siglo XVI, en un ejemplo más del viaje de las especies por toda el planeta al hilo del movimiento de civilizaciones.